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ATENCIÓN Y CUIDADO DE LOS PIES 

  Nuestro pie es una península anatómica que se encuentra al final de nuestro cuerpo. Bueno, al final o al principio, según se mire.

  Su función consiste en dar soporte al cuerpo y permitir su desplazamiento.

  Como las otras extremidades, cuenta con un esqueleto óseo, que se articula con unos ligamentos; los músculos permiten la movilidad del pie de las articulaciones del pie y del pie con respecto a la pierna, para que de forma coordinada su contracción permita el desplazamiento. Además cuenta con arterias, que lo nutren y venas, linfático que devuelven la sangre hacia el corazón. Asimismo posee un sistema nervioso encargado de transmitir sensaciones al cerebro y llevar órdenes motoras a los músculos del pie. Todas estas estructuras están recubiertas por piel, una piel que presenta unas características especiales si la comparamos con la piel de otras zonas anatómicas del cuerpo. Por último, sobre esta piel está el calzado, cuya función básicamente es protectora, pero en ocasiones puede ser fuente de lesiones.

FUNCION DEL PIE

  Como hemos comentado antes, una de las funciones del pie es dar apoyo al cuerpo. El ser humano camina sobre dos piernas, lo que configura una situación de ventaja con respecto a otros animales porque de este modo puede utilizar las manos para realizar otras habilidades. A cambio, sabemos que nuestros pies soportan el peso de todo el cuerpo, la mitad de peso en cada pierna si estamos de pie parados y la totalidad del peso durante la marcha en la fase de apoyo de una sola pierna.

  Cualquier apoyo anormal, por mal desarrollo de la musculatura o por anomalías estructurales del pie, se va a transmitir a las articulaciones superiores, esto es: tobillo, rodilla, cadera, columna.

   Por tanto es muy importante valorar el apoyo de los pies y de la marcha desde la infancia, para intentar prevenir desarrollo anómalo de las estructuras óseas en crecimiento, que puedan ocasionar problemas a nivel de otras articulaciones durante la edad adulta.

  De la misma forma, alteraciones a nivel de columna (escoliosis), cadera, rodilla o tobillo, se van a traducir en apoyos a anómalos en el pie, lo que puede ocasionar lesiones a este nivel.

 

TRASTORNOS CIRCULATORIOS RELACIONADOS CON EL PIE

 
1.- PATOLOGIA VENOSA:

  Es la patología vascular más frecuente en nuestro medio. Las venas son las encargadas de llevar la sangre desde los pies hasta el corazón. Este movimiento lo hacen en contra de la gravedad, por lo que necesitan un aumento de presión distal para impulsarla. El primer “empujón” lo facilita el apoyo del pie en el suelo, provocando una compresión de una almohadilla venosa que existe a nivel de la grasa plantar, una vez que la sangre sale del pie, son los músculos de las piernas, sobre todo las pantorrillas, los que actúan como una faja natural que imprime impulso a la sangre para ascender por la pierna.

  De esta explicación fisiológica, se desprende que un mal apoyo plantar o la gente que permanece mucho tiempo de pie a pie quieto o sentada, tiene anulada esta función, y por tanto las piernas tenderán a hincharse. Del mismo modo, las mujeres que utilizan tacones altos, tienen disminuida la movilidad del tobillo y por tanto la actuación de la musculatura de los gemelos para favorecer el retorno venoso.

 2.- PATOLOGIA ARTERIAL:

Las arterias son los conductos que llevan la sangre desde el corazón a todos los órganos de cuerpo. Con la sangre se transportan nutrientes y fundamentalmente oxígeno.

   Con el paso de los años, las arterias van envejeciendo y depositando a lo largo de su pared placas de grasa. Esto se conoce con el nombre de arterioesclerosis. Determinadas enfermedades, como la hipertensión, la diabetes, los niveles altos de grasas en la sangre y, sobre todo, el tabaco, favorecen la aparición más temprana de la esta enfermedad. El deterioro de las arterias suele ser progresivo y, poco a poco, se van cerrando estos conductos. A medida que estas arterias principales se cierran, se van creando arterias nuevas, mucho más pequeñas y mucho más frágiles que las originales, para intentar suplir la falta de aporte de oxígeno que provocan las otras obstrucciones.

   Las arterias que se afectan con más frecuencia son las de las piernas, las del cerebro y las coronarias.

   La afectación coronaria puede manifestarse como dolor en el pecho en relación con esfuerzos o con subidas de la presión arterial. Es lo que se conoce como angina. Si la placa de ateroma sufre una complicación que provoca una trombosis local de la arteria, las consecuencias serán lo que se denomina SINDROME CORONARIO AGUDO, que supone una urgencia vital de atención hospitalaria.

   La afectación de las arterias cerebrales, y su complicación aguda provocará un INFARTO CEREBRAL con repercusiones clínicas más o menos invalidantes, dependiendo de la localización del mismo y de la situación previa del paciente.

   A nivel de los miembros inferiores la manifestación más frecuente es la CLAUDICACION INTERMITENTE. El cuadro consiste en un dolor que aparece todos los días con la misma intensidad, la misma localización, desencadenado por la marcha y que le obliga a detenerse. Por este motivo se conoce como enfermedad del escaparate. A medida que la enfermedad progresa, la distancia caminada, cada vez es menor y al final el dolor aparece ya en reposo, impidiendo el sueño y obligando al paciente a dormir sentado. Por último, aparecen lesiones en la piel que corresponden a la gangrena.

   Cuando aparecen los primeros síntomas, deben consultar con un especialista en ANGIOLOGIA Y CIRUGIA VASCULAR para iniciar el tratamiento lo antes posible. El tratamiento debe ser conservador en los estadios iniciales de la enfermedad y consta de 3 partes:

1.- Controlar los factores de riesgo: abstención de tabaco, control de hipertensión arterial, de las cifras de colesterol, de la glucemia…

 2.- Asociar medicación: en la actualidad cilostazol es el fármaco de elección junto con antiagregantes plaquetarios, estatinas, e IECAs

 3.- Ejercicio físico: el paciente debe caminar de forma regular todos los días. De esta forma, obligamos a que la pierna se acostumbre a trabajar con menos sangre y se vaya desarrollando circulación colateral que le permita realizar una vida menos limitada.

 

   En este punto es donde debemos considerar la existencia de un pie de riesgo. Sabemos que el pie de este paciente está con menos oxígeno de lo normal y lo vamos a obligar a realizar un ejercicio que le obliga a consumir oxígeno, si ese pie no está bien cuidado, pueden aparecer lesiones en el mismo, que costará mucho que cicatricen y que, en ocasiones, precisan de intervención quirúrgica para llevar más sangre a la pierna y evitar la amputación.

PIE DIABETICO

   Por último hablar de una entidad de excepcional importancia en nuestro medio.

   Nos referimos al pie diabético como un pie afectado por una alteración neurológica provocada por la diabetes, en ocasiones acompañado de isquemia y con una disminución de la respuesta inflamatoria, lo que lo convierte en más vulnerable a la infección.

 

1. AFECTACION NEUROLOGIA.

   1.-SENSITIVA: Existe una disminución de la percepción del dolor, del calor, de la presión y de la vibración.

    2.-MOTORA: Provoca una atrofia de determinados músculos en el pie, lo que da lugar a la aparición de deformidades que junto con el calzado inadecuado pueden provocar heridas.

    3.-AUTONOMICA: Pierde la capacidad de sudar: aparece piel escamosa y seca con riesgo de grietas que provocan heridas.

 

2.ISQUEMIA.

   La diabetes provoca alteración de la pared arterial y oclusiones de las arterias, de predominio de la rodilla hacia abajo. Esta falta de riego hace que las heridas que aparezcan le cueste más trabajo cicatrizar y por tanto estén más tiempo expuestas a la infección.

3.INFECCION.

   Hay una disminución de la respuesta a la infección por parte de los leucocitos, lo que provoca que exista más riesgo de infecciones graves en el pie, que pueden llevar a la pérdida de la extremidad.

 

NORMAS GENERALES PARA EL CUIDADO DE LOS PIES

 1.- No caminar descalzo

 2.- Utilizar siempre calcetines, que deben estar fabricados con fibras naturales.

 3.- Lavar los pies a diario con agua tibia. En el caso de los diabéticos deben comprobar la temperatura del agua con un termómetro, con el codo o con algún familiar no afectado por la enfermedad.

 4.- Secar los pies de forma exhaustiva, sobre todo entre los dedos e inspeccionar en busca de grietas entre los dedos o en los talones, así como zonas enrojecidas a nivel de los dedos o las zonas de presión del zapato.

Si no ve bien, que alguien le examine los pies o utilice un espejo para ver la planta del pie

 

5.- Aplicar crema hidratante y dejar que se absorba antes de calzar de nuevo el pie.

 6.- En invierno, abrigue bien el pie, pero no use fuentes de calor para calentarse los pies (braseros, radiadores, chimenea).

 7.- No se corte las uñas, tras el baño de pie desgástelas con una lima de cartón, siempre con forma cuadrada y si no puede, acuda a un podólogo para que se las corte.

 8.- Si descubre durezas o callos en los pies, no intente cortarlos por sí mismo. Acuda a su podólogo.

 9.- Ante la aparición de cualquier herida, consulte a su médico. Recuerde que es él quien le debe controlar su enfermedad y estar al tanto de las posibles complicaciones de la misma (afectación retiniana, afectación renal y afectación vascular

 10.- CALZADO:

  A continuación vienen una serie de recomendaciones que debe tener en cuenta a la hora de elegir el calzado adecuado.

1.Debe ser de la talla y horma adecuada

2.Cómprelo al final del día (es cuando el pie estará más hinchado), mejor acordonado.

3.Debe tener una suela gruesa de goma antideslizante

4.No debe tener costuras interiores que puedan presionarle

5.El tacón debe ser ancho y de unos 2 a 4 cm como máximo

6.No use zuecos ni chanclas

7.Si su podólogo le ha realizado unas plantillas, debe probarse el zapato con las mismas.

8.Cuando estrene el zapato no lo lleve puesto más de 3 horas seguidas y revise el pie al quitárselo

 CONCLUSION

  Recuerde siempre que aunque vayan tapados, los pies existen y deben cuidarlos. El primer escalón en la atención del pie es el propio paciente. Cuanto más conozca de su enfermedad, antes será capaz de reconocer los signos de alarma y por tanto de solicitar ayuda.

 

  Todos los profesionales de la salud están dispuestos a ayudarle, pero su ayuda será inútil si usted no forma equipo con ellos.

  Articulo Escrito por la Dra. Rocío Merino
Médico Especialista en Cirugía Vascular y Angiología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria y Podóloga.

Boletín Expaumi nº 20
Depósito Legal: MA-1.897-07
ISBN-10:84-695-3071-2

ISBN-13:978-84-695-3071-9

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